Ayer decidimos seguir un camino a lo largo del río. Cuando habíamos intentado seguir esa ruta con Sasha resultó ser imposible porque la vegetación era muy densa. Sin embargo, ayer descubrimos que se había limpiado, así que decidimos explorarla siguiendo una ruta circular que desembocaba bastante cerca de casa

Hoy elegimos el sendero a la derecha que cruza el río. El puente era una estructura rudimentaria de madera y no sabíamos si las perras que

rrían cruzarlo. No hubo problema. Cruzaron sin pensarlo tan siquiera.

Por el camino encontramos a un señor que paseaba con su perrito macho que decidió que sería mucho más divertido pasear con nuestras dos damas, así que tuvimos que retroceder un poco para que pudiera volver con su amo.

El sendero que sigue el cauce del río es maravilloso con una frondosidad impresionante. Por el camino hay unos molinos viejos: algunos siguen intactos mientras que otros están en ruinas. El terreno es variado, cuesta arriba y cuesta abajo con raíces de árboles, rocas y otros obstáculos a sortear. Llegamos a un punto donde un tronco grande cortaba el camino. Así las perras tuvieron la oportunidad de resolver el problema de cómo llegar al otro lado. En otro momento hubo que cruzar el río de nuevo pero esta vez el “puente” era un caminito de piedras y rocas. Tampoco les supuso ningún problema cruzar.

Lo más difícil ocurrió en un punto que en teoría debería haber sido el más fácil. Había que volver a cruzar el río: el agua corría entre las rocas y el flujo era estrecho. Se podía cruzar de una zancada. Sin embargo, Salma se detuvo y empezó a lamer los labios. Decidimos no forzar la situación y dimos la vuelta ya que llevábamos más de una hora caminando y el paseo de vuelta era bastante cuesta arriba.

Miré hacia atrás y me di cuenta de por qué pudo haber provocado esa reticencia. El agua que pasaba por medio de las rocas como si fuera por un embudo hacía bastante ruido y el sol iluminaba las aguas que deslumbraban. Recordé algo que contó Temple Grandin. Explicó que en una ocasión hacía un estudio en un matadero para descubrir por qué las vacas no querían pasar en cierto punto del recorrido. Se dio cuenta de que el sol iluminaba los charcos de agua que había ahí y las vacas no veían bien. ¿Podría ser la misma reacción que tuvo Salma? Volveremos otro día pero a otra hora distinta cuando el ángulo del sol sea diferente y veremos cuál será su reacción.