Esta mañana vi algo que me dejó muy mal.
Hace un mes, más o menos, llegó un burrito a una finca cercana. Era muy pequeño y recién destetado – posiblemente demasiado pronto. Lo encerraron en una cuadra completamente solo con un mínimo de contacto – sólo se le daba la comida y el agua. Al principio le costaba comer. Ahí se quedó durante un mes sin salir, a pesar de que hacía un tiempo soleado.
Esta mañana salió por primer vez. Se había amarrado una cuerda a la cabezada y lo llevaban con la cuerda dándole toques en las patas traseras con un palo – suavemente al principio. La intención de la persona que lo llevaba parecía ser que pasase por una puerta estrecha. Tiraba de la cuerda y, como ineludiblemente funcionan las leyes de la física Newtoniana según las cuales cada acción suscita una reacción igual y contraria, el burrito tiraba hacia atrás, sus largas orejas hacia atrás y mostrando ojo de ballena. Entonces el palo cayó con más fuerza sobre las patas, el lomo y las costillas.
Me entraron nauseas. ¿Qué manera es ésta de establecer un vínculo de cooperación con este animalito? ¿No habría sido mejor pasar un rato con él cada día, peinándolo y hablando con él para que se hubiese establecido una relación antes de la primera salida? ¿La gente no se da cuenta de que para este animal sin experiencia alguna de la vida todo – absolutamente TODO – es nuevo y potencialmente peligroso, sobre todo después de pasar un mes encerrado solo tras haber sido arrancado de su madre?
¡A veces me desespero de la falta de sensibilidad de la gente!
Cuando se fueron a comer fuimos a verlo, y llevé algunos aceites. Al principio se quedó al fondo de la cuadra, pero lentamente se fue acercando. Olió el aceite esencial de tilo durante MUCHO tiempo. Luego olio los aceites esenciales de rosa, manzanilla y neroli. Por fin se dejó tocar en la cara y la cabeza.